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El mirador de las Canchas

El mirador de las Canchas

Datos

Tipo de ruta:
Circular.

Dificultad: Media.

Longitud: 10 kilómetros.

Duración aproximada: 4 horas.

Desnivel: 1.390 - 1.760 metros.

Recomendaciones: Ruta accesible en todo su recorrido por el valle de La Barranca de Navacerrada. Desde las orillas del arroyo de Peña Cabrilla o Navacerrada, y pasando por la senda ecológica y el lugar donde estaba el antiguo sanatorio de Walpurgis, se asciende al mirador de las Canchas, impresionante belvedere de todo el valle y de la cumbre de la Maliciosa. El descenso por amplia pista forestal conduce a la bucólica fuente de La Campanilla. Ruta ciclable en un 99%, aunque el tramo de la Senda Ortiz es estrecho y puede ocasionar molestias a los senderistas. Es conveniente llevar agua. Evitad los días de mal tiempo en invierno. Para acceder en transporte público el único medio es el bus 691 que desde Moncloa lleva al pueblo de Navacerrada. Desde allí, por la calle de la iglesia y tras pasar la M 607 se accede al valle. En coche el acceso más rápido es por la M 607 hasta la altura del km 60, donde está el desvío.

Valores Naturales: Modelado en granitos, neveros, vegetación de pinar silvestre acompañado de jaras, enebros, piornos y gayuba.

El valle de la Barranca de Navacerrada es una profunda entalladura que parte de la Bola del Mundo y que en dirección sur llega hasta el pueblo de Navacerrada. La entrada al valle se hace desde este pueblo y tas dejar atrás la M 607 se accede a un aparcamiento enfrente del hotel La Barranca (0).

Desde aquí podemos observar hacia el este la imponente Maliciosa y su pico adjunto, el Peñotillo; al oeste la cuerda de Las Cabrillas que nos separan de la carretera que asciende al puerto de Navacerrada, y al norte la cabecera del arroyo Navacerrada, que discurre a nuestros pies. A la Maliciosa, el pico adelantado de la Cuerda Larga hacia el sur, se puede ascender por varias rutas; una parte de aquí y remonta el arroyo Tijerillas, otra te lleva hasta la fuente de la Campanilla y asciende por el Collado del Piornal; otra, la más dura por Mataelpino y el Collado de las Vacas, y la más fácil desde Navacerrada por Bola del Mundo.

La ruta no tiene pérdida. Desde el aparcamiento (0), ascendemos por la amplia pista forestal en dirección norte, pasando una barrera canadiense y un cartel que impide llevar perros sueltos. Nos vemos rodeados de un mar de pinos silvestres. La subida en este tramo es constante y dejamos dos pequeños embalses a mano derecha. Al otro lado del embalse superior, el arroyo Tijerillas desemboca en una pequeña cascada. Es una de las zonas con pinares, de las más extensas de la Sierra. Se han hecho estudios en las turberas de la zona, que son trampas naturales de sedimentos y de información biológica, y han aclarado la disputa de si los pinares de la Sierra son introducidos o naturales. En estos estudios se asevera que hay pólenes de pino datados desde hace al menos 8 milenios, aunque su extensión actual se debe a que ha sido favorecido en el último siglo por el ser humano y ha ocupado zonas más bajas de las que les correspondía, y así aquí habitan en el piso del robledal, el piso más rico y con más materia orgánica de la zona.

El pino que nos aparece aquí es el pino albar o silvestre, también conocido como de Valsaín. Lo diferenciamos por el aspecto escamoso, el color anaranjado que presenta en la parte superior del tronco, así como por sus pequeñas piñas. Puede llegar a medir entre 30 y 40 metros de altura y en muchas partes aparece con las ramas dobladas a sotavento, con el efecto ¿bandera¿ debido a los vientos encajonados de la Sierra. La vegetación que la acompaña es escasa, no muy variada: jaras, como la que se encuentra en estas zonas baja, que es la pringosa o del ládano, y que es sustituida en altura por la jara blanca; escobas, enebros, zarzamoras, escaramujos y, más arriba, piornos.

La pista gira a la izquierda y enseguida a la derecha, rodeando un área recreativa (1) (1 km y 15 min.). Cuando acaba la valla, un senderillo baja hacia el arroyo, que baja en innumerables cascadas, pero nosotros continuamos por la amplia pista.

Aparecen a ambos lados del camino un tipo de lavanda serrana, el cantueso, que a mediados de primavera presenta sus típicas flores vináceas y su característico olor. También podemos ver un tomillo de estas montañas, la botonera y el brezo blanco.

Se llega a otra curva a la izquierda y 100 metros más adelante, cuando la pista vira a la derecha nos salimos de ella. Aquí, un cartel medio oxidado indica que comienza la SENDA ORTIZ (2) (2 km y 30 min.) Es el inicio de la senda ecológica de la Consejería de Medio Ambiente y por el camino encontraremos diferentes paneles informativos sobre la fauna, la flora y la geología del Valle.

La entrada a la senda es estrecha, inmersa en el extenso pinar. A ambos lados del camino nos vamos a encontrar una alfombra natural, una planta rastrera que cubre todo el suelo, las rocas, la base de los troncos, es la gayuba, un antierosivo natural. La gayuba es una planta leñosa rastrera que alfombra este sotobosque y se localiza sobre todo en zonas umbrías. Es eficaz contra la erosión, es decir, contra la pérdida de suelo fértil, por su maraña de tallos y raíces y por frenar la lluvia, además de nitrificar el suelo, es decir, de darle nutriente a las otras plantas. Sus flores son blancas y su fruto, unas pequeñas bayas harinosas, son rojas. Sus hojas son peremnes y carnosas, de un color verde oscuro y, una vez secas y trituradas tienen un componente antiinflamatorio, la arbutina, que se usa para curar infecciones como la cistitis o la uretritis.

Cuando acaba la gayuba, el suelo se tapiza de las acículas de los pinos. Siguiendo la senda cruzaremos un arroyo (3) (2 km y 300 m. y 45 min.), que baja desde las rocas de Bercial Grande. Aquí la vegetación es más rica, denota la humedad constante. Aparecen brezos, helechos, rosales silvestre, musgos, sombrerillos u ombligo de venus y enebros rastreros.

Poco a poco el camino gira hacia la derecha, y se llega a la solana de Peña Gorda (4) (3 km y 1 hora). La vegetación ha ido cambiando, el pinar es más claro y aparecen plantas más adaptadas a la sequedad: jaras, cantuesos, escobas. Abajo, hacia el sur, está el espejo del embalse de Navacerrada.

La pista sigue ascendiendo, ahora en dirección noroeste y se llega al arroyo del Chiquito (5) (3 km 600 m. y 1 hora y 15 min.) Es una zona muy bucólica, con rosales silvestres y cascadas. Tras cruzar el arroyo se desciende a una vaguada y se llega a un cruce de caminos. El de la izquierda nos lleva por la pista al Ventorrillo (carretera M 601 que asciende al puerto de Navacerrada). Tomaremos el de la derecha. En una corta trepada alcanzamos la antigua explanada del hospital de tuberculosos de Navacerrada, conocido como Walpurgis (6) (3 km 800 m. y 1 hora y 30 min.). Es un buen lugar para descansar.

El Real Sanatorio de Navacerrada fue construido en 1918 para curar a los enfermos de tuberculosis con el aire sano de la Sierra y el reposo. Los enfermos se sentaban en los días de sol en la amplia terraza que daba a mediodía, que es donde hoy se encuentra el panel de interpretación del paisaje. Cuando la evolución de los antibióticos los hizo innecesarios, se abandonaron. Este Sanatorio fue demolido en 1994, aunque durante su abandono sirvió para que se le denominara Sanatorio de Walpurgis.

Walpurgis es la noche del 30 de abril, cuando se hacen los aquelarres o reuniones de brujas. Es una tradición centroeuropea. Este sobrenombre llegó a este lugar en 1970 cuando nuestro más famoso hombre lobo, Paul Naschy, rodó allí la película ¿La noche de Walpurgis¿, donde un hombre lobo se enfrenta a una vampira. Quizás ahora, con el paso de los años, la película haya caído en el olvido, pero en aquel entonces supuso una resurrección del género de las películas de terror.

Atravesamos el solar y encontramos otra vez la pista ancha que traíamos. La tomamos hacia la derecha. Los repechos van a ser muy duros, pero merece la pena. Tras la última subida, la más inclinada, desaparece el pinar y entramos en el piso del matorral de altura, en este caso en un piornal denso. A la derecha de la pista está el Mirador de las Canchas (7) (5 km y 2 horas), desde donde observaremos el impresionante cíngulo de cumbres que rodean a La Barranca: Cuerda de Las Cabrillas, Bola del Mundo y La Maliciosa, junto a sus neveros correspondientes.

Estos neveros son los que abastecieron de nieve y hielo a la villa de Madrid durante siglos. El inicio de la explotación del hielo tuvo lugar durante la Pequeña Era Glaciar, que afectó a Europa durante los siglos XVI a XVIII. En 1607, un emprendedor catalán, Pedro Xarquiés, presentó al rey Felipe III una idea para utilizar el hielo de la Sierra y otras zonas y cobrar por su uso. Este empresario obtuvo el Privilegio Real y utilizó las aguas de fuentes y ríos para hacer balsas y pozos de nieve, así como la explotación de los neveros de la Sierra. En la zona que nos ocupa, la nieve se acumulaba en el ventisquero de la Estrada y en el del Piornal, y al otro lado de la bola del Mundo en el de La Condesa (éste era explotado por los Duques del Infantado). La nieve se extraía de estos neveros, se apelmazaba bien en los pozos, se cubría con escobas o piornos y se iba acumulando hasta el verano. En las noches del estío madrileño se bajaba en carros de mulas hasta la capital, y allí fue consumido durante varios siglos, hasta que la industrialización y la generación artificial de hielo llevó al abandono de este sistema.

Una vez que nos hemos maravillado, descendemos por la senda en sentido contrario al que traemos. Es un descenso muy rápido y algo largo. Una vez acabado, cruzamos un pequeño arroyo y en pocos metros otro más grande, el conocido arroyo Navacerrada (8) (7 km y 2 horas y 40 minutos). 300 metros más adelante veremos un cartel a la izquierda que anuncia la fuente de La Campanilla.
Trepamos el desnivel por unos magníficos escalones y podremos refrescarnos con el abundante caudal de la fuente. Es una zona de descanso y recreativa. La fuente dispone de una sonora campanilla que le da el nombre. Tras ella podemos observar un fantástico ejemplar centenario de pino silvestre.

Volvemos a la pista principal, cruzamos el arroyo del Regajo, que viene de la fuente, y otra vez el de Navacerrada, hasta alcanzar otra fuente, esta vez más modesta (9) (8 km y 3 horas y 15 min.). En esta zona se unen todos los torrentes del valle, y en época de deshielo el ruido es ensordecedor. Podemos apreciar la cantidad de pedreras que afloran en esta concatenación de torrenteras.

Una larga recta nos conduce en descenso al inicio de la Senda Ortiz (10) (8 km 600 metros y 3 horas y 40 min.). Dejándonos caer, llegamos más abajo al aparcamiento del inicio de la excursión (11) (10 km y horas).
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